Esoterismo Litográfico

por Jul 14, 2021Técnicas de Grabado

Preparación para proceder a acidular

A lo largo de los años todos hemos escuchado numerosas veces consejos y comentarios sobre la Litografía. Muchos de ellos se originan desde la falta de experiencia, aunque en algunos casos, y muy tristemente, también se trata de un mal profesor/instructor que generalmente no entiende bien el proceso y enseña basándose en el ensayo y el error.  Esta técnica empírica se ha popularizado y está presente en varios talleres, pero la verdad es que se trata de ideas que no tienen asidero real y que buscan justificar fallos técnicos con razones esotéricas.

En este pequeño artículo se va a explorar algunos de estos mitos con una mirada un poco más científica.  Se debe aclarar que el único objetivo de esta serie de artículos es generar interés en la Litografía y dar un pequeño aporte a todos aquellos que están comenzando a aprender para que tengan elementos de juicio un poco más solventes y puedan detectar cuando las cosas van bien y cuando no.  Si usted, tal como yo, ha escuchado alguno de estos mitos durante su etapa formativa seguramente habrá descubierto que hay cosas que le enseñaron mal y que eso influyó en su imagen impresa de mala manera.
La mayoría de estos mitos son aplicables tanto a la piedra como al aluminio, y se indicará si alguno es exclusivo de alguno de los soportes.

La litografía es la técnica más difícil y engorrosa. Pues no, no lo es.  El procesamiento de una litografía tiene pasos bastante claros que una vez aprendidos se repiten automáticamente.  No es más difícil que, por ejemplo, pulir una placa de cobre, desengrasarla, aplicar barniz de bola, ahumar, dibujar, morder en el ácido, repetir el proceso dos o tres veces, imprimir pruebas, volver a desengrasar, remorder, aplicar resina, morder, volver a imprimir, añadir más resina o aplicar raspador, bruñir zonas, dibujar nuevamente… el tiempo que estos procesos calcográficos ocupan son a veces bastante largos, y el proceso mismo de imprimir toma un tiempo considerable (especialmente si es una obra en varios colores).  En contraste, realizar un tiraje en litografía requiere mucho menos tiempo y el proceso previo se realiza solo una vez.  Es simplemente un tema de saber hacer todo bien para que el resultado sea el esperado.

La piedra es caprichosa y a veces no quiere funcionar. La verdad es que la piedra litográfica no posee conciencia propia ni ánimo ni nada que pueda entorpecer su normal funcionamiento.  A muchos nos dicen y nos gusta pensar que la piedra es un ente vivo que colabora amablemente con nosotros pero la verdad es que si nosotros no sabemos cómo manejarla el resultado impreso será mediocre.  La piedra requiere un artista (o impresor) experto y capaz de sacarle todo el partido necesario para realizar verdadera litografía sin perder la calidad plástica de la obra.

Se debe acidular 24 horas después de dibujar y esperar otro tanto para imprimir. Esto era común en mi escuela, pero con el tiempo vimos que los litógrafos verdaderos suelen acidular inmediatamente después de terminar el dibujo y, una vez hecho esto, no esperaban demasiado antes de proceder al wash out – roll up.  La razón es sencilla, y es que los ácidos reaccionan con la grasa en sólo minutos y luego se vuelven inertes.  Al trabajar sobre aluminio los tiempos pueden extenderse un poco más debido a la naturaleza no orgánica del proceso, pero hablamos de 30 minutos a una hora y no de días.

No  necesito resina si uso acidulantes suaves, solo talco. Esto corresponde a otra de las enseñanzas recibidas durante mis estudios universitarios y se aplica exclusivamente a la piedra (en esos años nadie usaba aluminio, solo zinc y en muy pequeñas cantidades).  La lógica era que la resina, debido a que suavizaba la acción del ácido nítrico, podía ser dejada de lado si se aplicaba una solución más débil.  Esto no funciona debido a que un acidulante débil no alcanza a provocar la reacción química necesaria, lo que da como resultado una matriz inestable y poco resistente.  Esto explica en parte la gran cantidad de tirajes donde los tonos suaves iban desapareciendo mientras las zonas más saturadas se volvían inevitablemente oscuras.

El ácido nítrico permite realizar aguadas. Esto lo leí hace poco en un comentario de facebook y es una burrada.  Si usted dibuja una piedra y usa tusche y al imprimir la imagen se le pone negra tiene dos caminos: el “profesional” que consiste en aplicar la segunda acidulación con un pH más bajo (o sea con un ácido más fuerte) para rescatar el dibujo original con toda su gloria y reticulados, o el “aficionado”, que consiste en “abrir” la mancha usando ácidos muy fuertes que queman los depósitos grasos y dan como resultado manchones blancos que, más o menos controlados, pueden funcionar o no.  Esto último es la base del acid tint (manera negra) pero es mucho más tosco  y carece de la delicadeza que ofrece la piedra.  La idea central acá es no confundir una aguada litográfica (que es la característica esencial que define esta disciplina) con una zona quemada y abierta a la fuerza.  Lo mismo corre para el aluminio, aunque acá el nítrico se reemplaza por fosfórico.  Si a usted su profesor/instructor le dijo en algún minuto “ponle un calce” o “ponle un color” como solución para una imagen muy saturada estamos ante un caso de alguien que no entiende muy bien el proceso.

El rodillo de cuero es cosa del pasado y ya no es necesario. Corto y simple: la litografía se inventó y se desarrolló con rodillos de cuero.  El rodillo es la herramienta más importante en todo el arsenal litográfico y el bien más preciado de cualquier impresor.  Si bien los rodillos de goma son mucho más comunes carecen de las capacidades de los frisudos y eso se puede comprobar fácilmente comparando impresos.

Hay que imprimir en papel mojado porque el papel seco no funciona. Como se explicó en otro artículo, en el pasado no existían papeles específicamente desarrollados para litografía o grabado.  Lo que había eran papeles de alto gramaje y muy encolados y por eso se debían remojar para fines de impresión.  Cuando aparecen los primeros papeles desarrollados para grabado esto ya no fue necesario (excepto para técnicas al hueco) y desde entonces la impresión desde piedra o plancha se realiza sin remojo.  Esto además tiene beneficios formales: menos residuos y manchas en los impresos, menor desgaste de la matriz, mayor nitidez y más velocidad en el trabajo.  Si bien hoy en día hay quienes siguen prefiriendo el papel húmedo la mejor elección siempre es el papel seco.

Imprimir una litografía requiere varias horas de arduo trabajo. Típico caso universitario/estudiantil: llegar muy temprano al taller para comenzar el tiraje y abandonar la prensa entrada la tarde, muy cansado, lleno de tinta y con veinte o treinta impresos bajo el brazo y de los cuales solo ocho o diez están lo suficientemente parecidos como para armar una modesta edición.  Análisis de la situación: gasto extremo de papel, tinta, fungibles, esfuerzo y tiempo versus una serie corta y de calidad regular.  Horas de trabajo mal aprovechadas y pérdida de dinero.  Una persona que ha sido bien instruida (y no solo en Litografía, esto corre para todas las técnicas) realiza el trabajo de manera eficiente y no ocupa un día completo, solo dos o tres horas y dedica el resto del tiempo a dibujar y a hacer otras cosas.

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